Una doxología es una declaración de alabanza que los cristianos ofrecen a Dios. Muchas iglesias cristianas alrededor del mundo incluyen una doxología de adoración en sus servicios. Una de las doxologías más conocidas tiene sus raíces en el Salmo 150, la ofrecemos a Dios para mostrar nuestro agradecimiento de lo que Dios es para nosotros los cristianos.
Los últimos versículos de la Pluma de Judas ofrece a la cristiandad una de las doxologías más loable de todas. Este pasaje dirige su atención al poder del Guardián de nuestra alma, de aquel quien cuida nuestras vidas y nos está preparando un lugar para que donde El esta nosotros estemos también con El. (Juan. 14:1-2)
Dios es supremo, porque sólo Él “es poderoso para guardarnos sin caída.” Jesús nos dio la definición de la amplitud de su capacidad cuando recordó a los discípulos de Juan el Bautista que había hecho “vean a los ciegos y caminar a los cojos, limpia a los leprosos y oír a los sordos, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mt. 11:5). Jesús es capaz de mantenernos sin caída, porque Él es el pan de vida, la luz del mundo, la puerta, el buen pastor, la resurrección y la vida, el camino, y la verdad y la vida, y Él es la vid verdadera. (Juan. 6:35, 8:12, 10:9, 11; 11:25; 14:6; 15:5).
Pablo, escribiendo desde un calabozo romanos, estaba convencido de que la capacidad de su Salvador, en quien el confiaba con su vida declarando: “Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. ” (II Ti. 1:12). En la fuerza del Espíritu Santo, Pablo nunca dio lugar a los tropiezos. Él sabía que Dios lo había dotado con autoridad y poder, así como la fe necesaria para echar mano del Poder de Cristo (I Corintios 1:31;. 2:5). El carácter de la fe de Pablo y Pedro debe de ser el mismo carácter de nuestra fe (II Pe. 1:1). Dios nos da la fuerzas para no tropezar añadiendo a nuestra fe, las virtudes de la excelencia moral, el conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y el amor (II Pe. 1:5-7).
Jesús no sólo nos protege de no tropezar, Él es capaz de “hacernos estar en la presencia de su gloria irreprensibles, con gran alegría.” ¿Nos imaginamos cómo será de impresionante estar ante el rostro de Dios mismo? Judas lo hizo y él acarició la idea. Su afecto continuó madurando, porque él sabía que no iba ser estar avergonzado de lo que había tenido que hacer o hacía, para estar con Cristo: “Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria.”(Col. 3:4).
Un día estaremos ante los tribunales de Dios con gran alegría, porque estaremos libres de culpa en Cristo Jesús (Sal. 24). En nuestros tiempos de culto diario con nuestro Señor, canta una doxología de alabanza por su misericordia insondable: “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria.” (Col. 1:27).
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Una doxología es una declaración de alabanza que los cristianos ofrecen a Dios. Muchas iglesias cristianas alrededor del mundo incluyen una doxología de adoración en sus servicios. Una de las doxologías más conocidas tiene sus raíces en el Salmo 150, la ofrecemos a Dios para mostrar nuestro agradecimiento de lo que Dios es para nosotros los cristianos.
Los últimos versículos de la Pluma de Judas ofrece a la cristiandad una de las doxologías más loable de todas. Este pasaje dirige su atención al poder del Guardián de nuestra alma, de aquel quien cuida nuestras vidas y nos está preparando un lugar para que donde El esta nosotros estemos también con El. (Juan. 14:1-2)
Dios es supremo, porque sólo Él “es poderoso para guardarnos sin caída.” Jesús nos dio la definición de la amplitud de su capacidad cuando recordó a los discípulos de Juan el Bautista que había hecho “vean a los ciegos y caminar a los cojos, limpia a los leprosos y oír a los sordos, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mt. 11:5). Jesús es capaz de mantenernos sin caída, porque Él es el pan de vida, la luz del mundo, la puerta, el buen pastor, la resurrección y la vida, el camino, y la verdad y la vida, y Él es la vid verdadera. (Juan. 6:35, 8:12, 10:9, 11; 11:25; 14:6; 15:5).
Pablo, escribiendo desde un calabozo romanos, estaba convencido de que la capacidad de su Salvador, en quien el confiaba con su vida declarando: “Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. ” (II Ti. 1:12). En la fuerza del Espíritu Santo, Pablo nunca dio lugar a los tropiezos. Él sabía que Dios lo había dotado con autoridad y poder, así como la fe necesaria para echar mano del Poder de Cristo (I Corintios 1:31;. 2:5). El carácter de la fe de Pablo y Pedro debe de ser el mismo carácter de nuestra fe (II Pe. 1:1). Dios nos da la fuerzas para no tropezar añadiendo a nuestra fe, las virtudes de la excelencia moral, el conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y el amor (II Pe. 1:5-7).
Jesús no sólo nos protege de no tropezar, Él es capaz de “hacernos estar en la presencia de su gloria irreprensibles, con gran alegría.” ¿Nos imaginamos cómo será de impresionante estar ante el rostro de Dios mismo? Judas lo hizo y él acarició la idea. Su afecto continuó madurando, porque él sabía que no iba ser estar avergonzado de lo que había tenido que hacer o hacía, para estar con Cristo: “Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria.”(Col. 3:4).
Un día estaremos ante los tribunales de Dios con gran alegría, porque estaremos libres de culpa en Cristo Jesús (Sal. 24). En nuestros tiempos de culto diario con nuestro Señor, canta una doxología de alabanza por su misericordia insondable: “Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria.” (Col. 1:27).
Del griego doxol y logos. En el mundo griego, doxa significaba opinión. Pasa a expresar la objetividad absoluta, la realidad de Dios, su gloria. La palabra “gloria" expresa realmente todas las manifestaciones de Dios en la historia de la salvación, desde la creación hasta la parusÃa. “DoxologÃa" se usa para indicar la propiedad de dar gloria a Dios que debe tener el lenguaje teológico para ser auténtico. En el lenguaje de la liturgia indica la oración de alabanza dirigida a Dios. En la misa la gran doxologÃa es el himno del Gloria, un himno antiquÃsimo y venerable con el que la Iglesia, reunida en el EspÃritu Santo, glorifica y suplica a Dios Padre y al Cordero. La oración eucarÃstica se cierra también con la doxologÃa: «Por Cristo, con él y en él...", con la que se expresa solemnemente la glorificación de Dios. En la misa está también la doxologÃa: "LÃbranos, Señor" que sigue al Padre nuestro. En la liturgia de las horas el himno, concluye con la doxologÃa que suele dirigirse a la Persona divina en cuyo honor se canta el himno. Al final de cada salmo se reza el Gloria al Padre: es una doxologÃa que confiere a la oración del AT. Esta tradición se deriva de una práctica similar de las sinagogas judÃas.