¿ Les gustan los cuentos ? ¿ Autor ? ¿ Podrían nominar o adivinar el nombre de este cuento ? La historia sigue?

El astro rey aún alumbraba, cuando, al regresar, pasaban por San Diego. Ella había bajado su canasto y vendía unos camarones; Terencio se sentó a descansar, al poco rato fue a pedir agua a una vivienda cercana; bebió lo suficiente y miró hacia donde su mamá vendía, pero ella ya no estaba en ese lugar. Echó a correr, buscando con desesperación a su madre, mas ella había desaparecido. Regresó al punto donde la vio vendiendo, revisando cada trecho, a uno y otro lado, mas el resultado fue el mismo. Terencio se sintió solo y comenzó a gritar, corriendo como un loco.

Terencio ya no miraba bien, la ansiedad y las lágrimas se lo impedían.

Los gritos atrajeron la atención de una señora y sus dos hijas, cuya casa estaba ubicada a la orilla del camino. Las dos niñas corrieron a interceptar a Terencio.

- ¿ Qué te pasa niñito ? ¿ Por qué lloras ?

Él únicamente nombraba a su madre.

- ¿Has perdido a tu mamá ? Ven, cuéntame ¿ cómo es que la has perdido. Detuvo con suavidad al niño; secó sus lágrimas, lo abrazó y le habló tiernamente.

- Véngase mi niño que entre los dos vamos a encontrar a su mamá.

Bajo el encanto de esas tiernas palabras, el niño se fue calmando, poco a poco. La buena niña y su hermana lo llevaron a su casa, colmándolo de cariño.

La oscuridad de la noche invadió la casa y las luces artificiales fueron surgiendo para contrarrestar a las tinieblas. La niña no se apartó ni un solo momento de Terencio y sus frases llenas de cariño, fueron el bálsamo que calmó la pena de nuestro amigo. Ella misma se encargó de darle la cena y él se sintió muy complacido. Después, cuando el niño se estaba durmiendo, lo tomó en sus brazos, lo acostó en su cama, lo acunó en sus brazos, siempre prodigándole cariño.

Un beso en la frente lo despertó al día siguiente muy temprano.

- Buenos días, mi niñito, vamos, lo bañaré y después le daré su desayuno.

Por fin, Terencio estaba tranquilo, una leve sonrisa de agradecimiento se dibujó en sus infantiles labios, pero, seguía pensando en la humilde señora que vendía camarones en la calle. La echaba de menos y abrigaba la esperanza que regresara a llevarlo.

- Ahora, tómese la lechita, vaya mi niño, tómesela, está muy rica, vaya …

Al terminar de desayunar lo llevó al baño, le lavó con agua y jabón las manos y la boca. En seguida le dijo tiernamente:: - vamos al corredor a conversar y le contaré unos cuentos muy bonitos.

Verónica empezó a relatarle un cuento de hadas y niños felices que se mueven en un ambiente de olorosas flores, bellos paisajes y contagiosa alegría.

De repente, el semblante de Terencio se iluminó de felicidad. Caminando por la carretera vio venir a su padre.

- Buenos días, vengo a llevar a este niño que se nos había perdido.

- ¡ Ah ! ¿ Usted es el papá ?

- Si, yo soy …

Terencio echó a correr, contento, de la mano de Verónica, quien no lo soltaba, su padre lo tomó de la otra mano.

Verónica lo abrazó, le dio un beso en la frente y le dijo al oído:

- Adiós, mi niñito, que le vaya bien y cuando se vuelva a perder, yo lo estaré esperando aquí para cuidarlo.

Terencio, por toda respuesta, le otorgó una alegre sonrisa y se marchó, asido de la mano de su padre.

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