Su tesis era directa y muy contundente: luego de la conquista española del Tucumán, los pueblos indígenas fueron repartidos entre los conquistadores y sometidos a un tipo de encomienda cuyo tributo era cobrado mediante las prestaciones de servicio personal de los indios. (Lorandi, 1988) Este tipo de encomienda 'de servicio personal´ no era ajena a otras zonas del imperio español en América, pero estaba siendo dejado de lado para ser reemplazado por encomiendas de tributo pagado en especie o en metálico. Desde 1550 en México y 1570 en Perú, el servicio personal comenzó a ser restringido por la corona que favorecía modos de regulación más directa de la mano de obra indígena que excluían a los encomenderos, en parte como resultado de la aplicación de la legislación sobre encomiendas conocida como Leyes Nuevas, de 1542, en parte como una política de la corona para afianzar su autoridad y la de las instituciones coloniales sobre los conquistadores. (Zavala, 1970, 1978)
Pero en el Tucumán -al que Lorandi considera una verdadera zona de frontera- estas disposiciones legales acerca de la encomienda sólo se aplicarán a comienzos del siglo XVII. El resultado inmediato de esta falta de regulación sobre la encomienda fue la desestructuración de los grupos indígenas. La autora pinta con tonos sombríos la realidad vivida por los indígenas del Tucumán: despojos de tierras y ganados, manipulación de las jefaturas étinicas, trabajo sin remuneración ni contrato, dispersión y traslado de población, ampliación del yanaconazgo. Esta situación sólo fue levemente mitigada por las reglamentaciones del gobernador Gonzalo de Abreu (1576) y, de manera más efectiva pero igualmente incompleta, por las Ordenanzas del oidor Francisco de Alfaro (1611).
Los desastres sufridos por los indígenas del Tucumán se coronaron con las guerras calchaquíes de fines del siglo XVI y primera mitad del XVII, que culminaron con el desarraigo y relocalizaciones de comunidades enteras y de individuos fuera de sus lugares de origen. El paisaje que quedó se presentaba desolador para los indígenas del Tucumán, donde la reproducción de la vida comunitaria se hizo casi imposible. En palabras de Lorandi, 'Todo esto configura un cuadro de trabajo, traslados y dispersión que no deja resquicio para la vida comunitaria. La consecuencia más grave es la progresiva deculturación del indígena. Se pierden sus hábitos originales y su normatividad se desvaloriza´. (Lorandi, 1988, 151) En el largo plazo, la dominación colonial tuvo un impacto de 'bomba de fragmentación´ sobre la población indígena del Tucumán cuyos efectos se sentirían hasta bien entrado el siglo **. (Lorandi, 1988, 166) Lorandi insistió en los efectos devastadores de esta política colonial en su revisión sobre el mestizaje en el noroeste argentino: el destino de los indígenas del Tucumán era de inexorable mestizaje y pérdida cultural. (Lorandi, 1992, 160-162)
El encuentro entre las culturas americanas y los conquistadores españoles produjo la desestructuración del mundo real e ideal de los indígenas, que intentaron mantener su cultura utilizando diversas estrategias.Los primeros contactos entre españoles e indígenas fueron traumáticos. En el Tahuantinsuyo, el Inca y los curacas debían mantener una complicada red de favores basada en los principios de reciprocidad y redistribución. Este sistema se quebró con la Conquista.
El tributo que los ayllus entregaban al Inca consistía en una cantidad determinada de personas para realizar diversos trabajos; el tributo español se pagaba en moneda o en productos y el Estado colonial no proveía las herramientas ni las semillas. En caso de sequía, por ejemplo, los españoles no prestaban ayuda a los daminificados; muy por el contrario, seguían cobrando.
Asimismo, la mita incaica difería notablemente de la española. En tiempo de los Incas, el Estado proporcionaba al mitayo todo lo necesario para la producción y le daba alimentación y vestido mientras duraba su turno; en la mita colonial, el mitayo pagaba su transporte, su alimentación y su vestido.
Estos cambios ocasionaron la ruptura del sistema social prehispánico. Las relaciones de reciprocidad y redistribución se quebraron en un extremo, ya que el Estado dejó de cumplir con su papel redistributivo en el sistema.===Los primeros contactos estuvieron definidos por el roce cultural y la incertidumbre. El retraimiento se rompió cuando los españoles impusieron una relación unilateral basada en su superioridad técnica y militar, lo que provoco las primeras reacciones e animosidad. No obstante, este primer contacto no estuvo exento de peligros para la cultura europea por la fascinación que las culturas arcaicas ejercían sobre los recién llegados y que fue percibida por algunos como un elemento disgregador.
El paso del roce cultural al contacto se produjo con sociedades arcaicas más estratificadas y con un dirigente claro con el que podían establecer relaciones de intercambio. El comercio de esclavos y de mercancías actuó como elemento estabilizador de las relaciones y la misión actuó como factor determinante de las mismas.
A partir del siglo XVIII el roce y contacto es sustituido por el choque cultural, que llevó aparejado exterminio, expulsión o esclavitud. Este choque fue más prematuro entre algunos pueblos, situándose muy al principio en el caso de la conquista castellana.
Aculturación y transculturación, que presuponen una larga duración y surgimiento de formas de colaboración de las dos culturas, que culmina con el surgimiento de una cultura mixta. Son procesos de larga duración que jamás se dan por concluidos pero que alcanzan su autonomía histórica cuando del estrecho contacto nace una cultura mixta. La transculturación sólo es posible si va acompañada de un mestizaje biológico.
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Su tesis era directa y muy contundente: luego de la conquista española del Tucumán, los pueblos indígenas fueron repartidos entre los conquistadores y sometidos a un tipo de encomienda cuyo tributo era cobrado mediante las prestaciones de servicio personal de los indios. (Lorandi, 1988) Este tipo de encomienda 'de servicio personal´ no era ajena a otras zonas del imperio español en América, pero estaba siendo dejado de lado para ser reemplazado por encomiendas de tributo pagado en especie o en metálico. Desde 1550 en México y 1570 en Perú, el servicio personal comenzó a ser restringido por la corona que favorecía modos de regulación más directa de la mano de obra indígena que excluían a los encomenderos, en parte como resultado de la aplicación de la legislación sobre encomiendas conocida como Leyes Nuevas, de 1542, en parte como una política de la corona para afianzar su autoridad y la de las instituciones coloniales sobre los conquistadores. (Zavala, 1970, 1978)
Pero en el Tucumán -al que Lorandi considera una verdadera zona de frontera- estas disposiciones legales acerca de la encomienda sólo se aplicarán a comienzos del siglo XVII. El resultado inmediato de esta falta de regulación sobre la encomienda fue la desestructuración de los grupos indígenas. La autora pinta con tonos sombríos la realidad vivida por los indígenas del Tucumán: despojos de tierras y ganados, manipulación de las jefaturas étinicas, trabajo sin remuneración ni contrato, dispersión y traslado de población, ampliación del yanaconazgo. Esta situación sólo fue levemente mitigada por las reglamentaciones del gobernador Gonzalo de Abreu (1576) y, de manera más efectiva pero igualmente incompleta, por las Ordenanzas del oidor Francisco de Alfaro (1611).
Los desastres sufridos por los indígenas del Tucumán se coronaron con las guerras calchaquíes de fines del siglo XVI y primera mitad del XVII, que culminaron con el desarraigo y relocalizaciones de comunidades enteras y de individuos fuera de sus lugares de origen. El paisaje que quedó se presentaba desolador para los indígenas del Tucumán, donde la reproducción de la vida comunitaria se hizo casi imposible. En palabras de Lorandi, 'Todo esto configura un cuadro de trabajo, traslados y dispersión que no deja resquicio para la vida comunitaria. La consecuencia más grave es la progresiva deculturación del indígena. Se pierden sus hábitos originales y su normatividad se desvaloriza´. (Lorandi, 1988, 151) En el largo plazo, la dominación colonial tuvo un impacto de 'bomba de fragmentación´ sobre la población indígena del Tucumán cuyos efectos se sentirían hasta bien entrado el siglo **. (Lorandi, 1988, 166) Lorandi insistió en los efectos devastadores de esta política colonial en su revisión sobre el mestizaje en el noroeste argentino: el destino de los indígenas del Tucumán era de inexorable mestizaje y pérdida cultural. (Lorandi, 1992, 160-162)
El encuentro entre las culturas americanas y los conquistadores españoles produjo la desestructuración del mundo real e ideal de los indígenas, que intentaron mantener su cultura utilizando diversas estrategias.Los primeros contactos entre españoles e indígenas fueron traumáticos. En el Tahuantinsuyo, el Inca y los curacas debían mantener una complicada red de favores basada en los principios de reciprocidad y redistribución. Este sistema se quebró con la Conquista.
El tributo que los ayllus entregaban al Inca consistía en una cantidad determinada de personas para realizar diversos trabajos; el tributo español se pagaba en moneda o en productos y el Estado colonial no proveía las herramientas ni las semillas. En caso de sequía, por ejemplo, los españoles no prestaban ayuda a los daminificados; muy por el contrario, seguían cobrando.
Asimismo, la mita incaica difería notablemente de la española. En tiempo de los Incas, el Estado proporcionaba al mitayo todo lo necesario para la producción y le daba alimentación y vestido mientras duraba su turno; en la mita colonial, el mitayo pagaba su transporte, su alimentación y su vestido.
Estos cambios ocasionaron la ruptura del sistema social prehispánico. Las relaciones de reciprocidad y redistribución se quebraron en un extremo, ya que el Estado dejó de cumplir con su papel redistributivo en el sistema.===Los primeros contactos estuvieron definidos por el roce cultural y la incertidumbre. El retraimiento se rompió cuando los españoles impusieron una relación unilateral basada en su superioridad técnica y militar, lo que provoco las primeras reacciones e animosidad. No obstante, este primer contacto no estuvo exento de peligros para la cultura europea por la fascinación que las culturas arcaicas ejercían sobre los recién llegados y que fue percibida por algunos como un elemento disgregador.
El paso del roce cultural al contacto se produjo con sociedades arcaicas más estratificadas y con un dirigente claro con el que podían establecer relaciones de intercambio. El comercio de esclavos y de mercancías actuó como elemento estabilizador de las relaciones y la misión actuó como factor determinante de las mismas.
A partir del siglo XVIII el roce y contacto es sustituido por el choque cultural, que llevó aparejado exterminio, expulsión o esclavitud. Este choque fue más prematuro entre algunos pueblos, situándose muy al principio en el caso de la conquista castellana.
Aculturación y transculturación, que presuponen una larga duración y surgimiento de formas de colaboración de las dos culturas, que culmina con el surgimiento de una cultura mixta. Son procesos de larga duración que jamás se dan por concluidos pero que alcanzan su autonomía histórica cuando del estrecho contacto nace una cultura mixta. La transculturación sólo es posible si va acompañada de un mestizaje biológico.