En 70 a. C. César sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma. Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron recordados durante mucho tiempo por el pueblo.
En 63 a. C. fue elegido praetor urbanus al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo año murió Quinto Cecilio Metelo Pío, Pontifex Maximus designado durante la dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas con objeto de sustituirle, venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde lideró una breve campaña contra los lusitanos. En 59 a. C. fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró a fin de entorpecer la labor de César, que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados veteranos.
Tras su consulado fue designado procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina, esta última tras la muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno estuvo caracterizado por una política muy agresiva en la que sometió a prácticamente la totalidad de pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido como la Guerra de las Galias, finalizó cuando el general republicano venció en la Batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, liderados por un jefe arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Holanda y parte de Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados territorios de Britania y Germania.
Mientras César terminaba de organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había anexionado a la República, sus enemigos políticos trataban en Roma de despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría. César, a sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado, intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría de los senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce del Rubicón, donde al parecer pronunció la inmortal frase «Alea iacta est» (la suerte está echada), iniciando así un conflicto conocido como la Segunda Guerra Civil de la República de Roma, en el que se enfrentó a los optimates,nota 4 que estaban liderados por su viejo aliado, Pompeyo. Su victoria, basada en las derrotas que infligió a los conservadores en Farsalia, Tapso y Munda, le hizo el amo de la República. El hecho de que estuviera en guerra con la mitad del mundo romano no evitó que se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra VII en Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus —dictador vitalicio—, e inició una serie de reformas económicas, urbanísticas y administrativas.
A pesar de que bajo su gobierno la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía. Con el objetivo de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en los idus de marzo, los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el estallido de otra guerra civil, en la que los partidarios del régimen de César, Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble Batalla de Filipos a sus asesinos, liderados por Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente volverían a enfrentarse en Accio, donde Octavio, heredero de César, venció a Marco Antonio.
Ordenadores para trabajar o para jugar, simples o muy avanzados, siempre a los mejores precios en los sitios web, mi viejo ordenador, también comprado en los sitios web me gustaba mucho pero necesitaba algo más eficiente y más silencioso, el ordenador que compre cumple todas mis expectativas, además de ser muy rápido, con una buena capacidad de almacenaje, es increíblemente silencioso, lo he probado por la noche, en un silencio total y ni no parecía que estaba funcionando, una excelente compra.
Así, según Gibbon, el Imperio romano sucumbió a las invasiones bárbaras principalmente debido a la pérdida de las virtudes cívicas tradicionales romanas10 por parte de sus ciudadanos. Estos se habrían vuelto débiles, delegando la tarea de defender el Imperio en mercenarios bárbaros que se hicieron tan numerosos y arraigados en el Imperio y sus estructuras que fueron capaces de tomarlo al fin. Los romanos, según él, tras la caída de la República se habían ido volviendo progresivamente "afeminados", poco deseosos de vivir una vida militar, más dura y "viril", al modo de sus antepasados. Ello habría llevado al abandono progresivo de sus libertades a favor de la tiranía de los césares, y habría conducido a la degeneración del ejército romano y de la Guardia Pretoriana. De hecho, Gibbon ve como primer catalizador de la decadencia del imperio a la propia Guardia Pretoriana, que, instituida como una clase especial y privilegiada de soldados acampada en la propia Roma, no cesó de interferir en la administración del poder. Ofrece continuos ejemplos de la injerencia de esta guardia, que él llamó "las huestes pretorianas", cuya "furia licenciosa fue el primer síntoma y causa primera de la decadencia del Imperio romano", poniendo de manifiesto los calamitosos resultados de dicha injerencia que, al incluir varios asesinatos de emperadores y demandas continuas de mejores soldadas que el erario no podía sobrellevar, habrían desetabilizado al Imperio.
Al abundar en las causas de la decadencia cívica, Gibbon encuentra un culpable en el Cristianismo, que según él predicaba un modo de vida incompatible con el sostenimiento del Imperio. Argumenta que con el auge del Cristianismo surgió la creencia en una existencia mejor tras la muerte, lo que fomentó una mayor indiferencia sobre el presente entre los ciudadanos romanos, haciendo que desapareciera su deseo de sacrificarse por el Imperio. El pacifismo cristiano habría acabado con el espíritu marcial que había dominado la sociedad romana, y la intolerancia de los cristianos para consigo mismos y para con los demás habría sido una fuente continua de inestabilidad. Gibbon, como muchos otros intelectuales ilustrados, veía la Edad Media como una edad oscura llena de superstición conducida por el clero, y creía que no había sido hasta la Edad de la Razón cuando la Humanidad pudo recobrar el progreso comenzado en la Edad Antigua. Curiosamente, al plantear el supuesto pacifismo cristiano y su desinterés por la vida terrena, Gibbon y sus coétaneos se estaban haciendo eco de los textos de la apologética cristiana de los siglos III-V d. C., en la que tales puntos de vista son muy frecuentemente justificados y ensalzados: es común hallar apólogos cristianos de la época en los que se compara el belicismo y la violencia de los romanos paganos con el pacifismo y la virtud de los cristianos mártires.
Tesis y críticas[editar fuente]
Con todo, Gibbon plantea una teoría decadentista, en el sentido de que ve como causas primeras de la caída de Roma a problemas endógenos, y también decaísta, en el sentido de que ve como causa final de la caída de Roma a problemas exógenos (las invasiones bárbaras), incidiendo no obstante en las primeras: planteará la decadencia como surgida de la propia sociedad romana, incapaz de mantener el espíritu (lo que él llama númen) virtuoso y viril que había propiciado el predominio romano durante la República; con un marcado desinterés por los asuntos públicos que él achaca en primera instancia a la propia constitución del régimen imperial, incidiendo así en la pérdida de las libertadas republicanas como una causa subyacente, y que habría llevado a la debilidad del Senado frente a los césares y a la Guardia Pretoriana; con la creciente autocomplacencia y desinterés por los asuntos terrenales debido al cristianismo;... Todo ello habría llevado al abandono de los asuntos públicos y militares, y, con las invasiones bárbaras, habría acabado por llevar al Imperio a su colapso.
Su primer matrimonio no fue por romance sino por complacer los deseos de su padre. La elegida fue Cossutia, pero el matrimonio duró poco ya que al morir su padre en el 85 AC César se divorcia para unirse con Cornelia. Su relación se vería en peligro cuando en el 82 AC Sula, o Sila depende la traducción que más les guste, toma el poder de Roma y obliga a César a divorciarse de Cornelia, la cual era hija de Cinna -personaje odiado por Sula, al ser uno de los mayores ayudantes de Marius, enemigo natural de Sula-. Este ordenamiento fue una estratagema política por parte de Sula, quien no apreciaba a César, y que bajo ningún motivo veía con buenos ojos la ambición de poder, deseo y sueños de conquista que el joven César llevaba constantemente consigo a cuestas; de hecho lo consideraba "Peor que muchos Marius". No siendo poco lo anteriormente mencionado, César tenía otra característica que molestaba a Sula en demasía, y eran los lazos familiares de César con Gaius Marius -el mayor enemigo de Sula en la guerra civil, misma que lo vio triunfante y llevó al poder-. Pero César no acata a esteordenamiento y rehúsa a divorciarse de Cornelia, razón por la que instantáneamente Sula lo declara enemigo público. Una posición difícil ya que su cabeza pasa a tener un precio -de hecho es perseguido por los Esbirros pero César logra salvar su vida al pagarles 12.000 Denarios por dejarlo vivo-. Al poco tiempo, y producto de la constante persecución, huye de Roma. Esta proscripción no sería un problema relativamente grande en la vida de César, quien para su suerte contaba también con parientes en el bando de Sula y gracias a la mediación de un tío materno, Aurelio Cota, se le proporciona el indulto por parte del Dictador.
Buscando incrementar su Cursus Honorum y llevar sus ambiciones a un plano más alto César no vuelve inmediatamente a Roma, a pesar de haber sido perdonado, y se convierte en asistente militar de Marco Termo. Destacándose por su valor en combante es premiado con la Corona cívica al salvar una cantidad grande de legionarios tras una arriesgada maniobra. Luego de la muerte de Sula en el 78 AC César regresa a Roma para emprender su carrera política, acercandose mucho más a los Populares -los partidarios de Marius-.
Como si fuera un designio el que su vida sería movida y cargada de aventuras, en el 75 AC es capturado por piratas pero vuelve a huir, y una vez liberado organiza una flota donde atrapa a los piratas en su isla y los crucifica como les había prometido en cautiverio, pero ordena quebrarles las piernas así su muerte sería más rápida ya que consideraba que estos lo habían tratado correctamente. Nos cuenta Suetonio de este hecho
Calmada la insurrección civil, acusó de concusión a Cornelio Dolabella, varón consular a quien se habían otorgado los honores del triunfo; absuelto el acusado, decidió César retirarse a Rodas, tanto para prevenirse de sus enemigos, como para descansar y oír al sabio maestro Apolonio Molón. Durante la travesía, que hizo en invierno, le hicieron prisionero unos piratas cerca de la isla Farmacusa. Permaneció en poder de ellos cerca de cuarenta días, conservando siempre su entereza (7), sin otra compañía que su médico y dos cubicularios; porque inmediatamente envió a todos sus compañeros y al resto de los esclavos a que le trajesen el dinero preciso para el rescate. Se concertó éste en ciento cincuenta talentos, y en cuanto le desembarcaron, persiguió a los piratas al frente de una flota, capturándolos en la retirada y sometiéndolos al suplicio con que muchas veces los había amenazado como en broma. Por aquel entonces Mitrídates devastaba las regiones vecinas, y no queriendo aparecer César como indiferente a las desgracias de los aliados de Rodas, adonde marchó, trasladase al Asia, halló auxilio en ella, arrojó de la provincia al prefecto del rey y robusteció la fidelidad de las ciudades vacilantes..
En búsqueda de incrementar sus conocimientos César llega a Rodas para estudiar retórica y filosofía bajo la tutela de Apollonius Molo. Luego de concluidos estos estudios César vuelve a Roma para así continuar con su carrera política. En el 73 AC es elegido pontífice máximo -Pontifex Maximus, máxima autoridad religiosa, demostrando de ésta manera que contaba con un gran apoyo popular ya que se impone contra otros postulantes de mayor rango social-. César ocupa este cargo luego de la muerte de su tío, Aurelio Cota el mismo que lo salvó de Sula. -Como veremos más adelante César le debe mucho este familiar, no solo salvo su vida al conseguirle el indulto. También le dejó un puesto de poder entre la nobleza romana, y fue el quien le abriera las puertas a Craso, ya que éste formaba parte de su círculo personal de confianza-. Durante los años siguientes César dividiría su tiempo entre la política y las mujeres generando una áspera relación con la aristocracia. Esto, y un ataque a sus intereses llevaron a un deterioro de las relaciones.
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En 70 a. C. César sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma. Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron recordados durante mucho tiempo por el pueblo.
En 63 a. C. fue elegido praetor urbanus al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo año murió Quinto Cecilio Metelo Pío, Pontifex Maximus designado durante la dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas con objeto de sustituirle, venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde lideró una breve campaña contra los lusitanos. En 59 a. C. fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró a fin de entorpecer la labor de César, que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados veteranos.
Tras su consulado fue designado procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina, esta última tras la muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno estuvo caracterizado por una política muy agresiva en la que sometió a prácticamente la totalidad de pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido como la Guerra de las Galias, finalizó cuando el general republicano venció en la Batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, liderados por un jefe arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Holanda y parte de Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados territorios de Britania y Germania.
Mientras César terminaba de organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había anexionado a la República, sus enemigos políticos trataban en Roma de despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría. César, a sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado, intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría de los senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce del Rubicón, donde al parecer pronunció la inmortal frase «Alea iacta est» (la suerte está echada), iniciando así un conflicto conocido como la Segunda Guerra Civil de la República de Roma, en el que se enfrentó a los optimates,nota 4 que estaban liderados por su viejo aliado, Pompeyo. Su victoria, basada en las derrotas que infligió a los conservadores en Farsalia, Tapso y Munda, le hizo el amo de la República. El hecho de que estuviera en guerra con la mitad del mundo romano no evitó que se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra VII en Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus —dictador vitalicio—, e inició una serie de reformas económicas, urbanísticas y administrativas.
A pesar de que bajo su gobierno la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía. Con el objetivo de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en los idus de marzo, los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el estallido de otra guerra civil, en la que los partidarios del régimen de César, Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble Batalla de Filipos a sus asesinos, liderados por Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente volverían a enfrentarse en Accio, donde Octavio, heredero de César, venció a Marco Antonio.
Ordenadores para trabajar o para jugar, simples o muy avanzados, siempre a los mejores precios en los sitios web, mi viejo ordenador, también comprado en los sitios web me gustaba mucho pero necesitaba algo más eficiente y más silencioso, el ordenador que compre cumple todas mis expectativas, además de ser muy rápido, con una buena capacidad de almacenaje, es increíblemente silencioso, lo he probado por la noche, en un silencio total y ni no parecía que estaba funcionando, una excelente compra.
Causas
Así, según Gibbon, el Imperio romano sucumbió a las invasiones bárbaras principalmente debido a la pérdida de las virtudes cívicas tradicionales romanas10 por parte de sus ciudadanos. Estos se habrían vuelto débiles, delegando la tarea de defender el Imperio en mercenarios bárbaros que se hicieron tan numerosos y arraigados en el Imperio y sus estructuras que fueron capaces de tomarlo al fin. Los romanos, según él, tras la caída de la República se habían ido volviendo progresivamente "afeminados", poco deseosos de vivir una vida militar, más dura y "viril", al modo de sus antepasados. Ello habría llevado al abandono progresivo de sus libertades a favor de la tiranía de los césares, y habría conducido a la degeneración del ejército romano y de la Guardia Pretoriana. De hecho, Gibbon ve como primer catalizador de la decadencia del imperio a la propia Guardia Pretoriana, que, instituida como una clase especial y privilegiada de soldados acampada en la propia Roma, no cesó de interferir en la administración del poder. Ofrece continuos ejemplos de la injerencia de esta guardia, que él llamó "las huestes pretorianas", cuya "furia licenciosa fue el primer síntoma y causa primera de la decadencia del Imperio romano", poniendo de manifiesto los calamitosos resultados de dicha injerencia que, al incluir varios asesinatos de emperadores y demandas continuas de mejores soldadas que el erario no podía sobrellevar, habrían desetabilizado al Imperio.
Al abundar en las causas de la decadencia cívica, Gibbon encuentra un culpable en el Cristianismo, que según él predicaba un modo de vida incompatible con el sostenimiento del Imperio. Argumenta que con el auge del Cristianismo surgió la creencia en una existencia mejor tras la muerte, lo que fomentó una mayor indiferencia sobre el presente entre los ciudadanos romanos, haciendo que desapareciera su deseo de sacrificarse por el Imperio. El pacifismo cristiano habría acabado con el espíritu marcial que había dominado la sociedad romana, y la intolerancia de los cristianos para consigo mismos y para con los demás habría sido una fuente continua de inestabilidad. Gibbon, como muchos otros intelectuales ilustrados, veía la Edad Media como una edad oscura llena de superstición conducida por el clero, y creía que no había sido hasta la Edad de la Razón cuando la Humanidad pudo recobrar el progreso comenzado en la Edad Antigua. Curiosamente, al plantear el supuesto pacifismo cristiano y su desinterés por la vida terrena, Gibbon y sus coétaneos se estaban haciendo eco de los textos de la apologética cristiana de los siglos III-V d. C., en la que tales puntos de vista son muy frecuentemente justificados y ensalzados: es común hallar apólogos cristianos de la época en los que se compara el belicismo y la violencia de los romanos paganos con el pacifismo y la virtud de los cristianos mártires.
Tesis y críticas[editar fuente]
Con todo, Gibbon plantea una teoría decadentista, en el sentido de que ve como causas primeras de la caída de Roma a problemas endógenos, y también decaísta, en el sentido de que ve como causa final de la caída de Roma a problemas exógenos (las invasiones bárbaras), incidiendo no obstante en las primeras: planteará la decadencia como surgida de la propia sociedad romana, incapaz de mantener el espíritu (lo que él llama númen) virtuoso y viril que había propiciado el predominio romano durante la República; con un marcado desinterés por los asuntos públicos que él achaca en primera instancia a la propia constitución del régimen imperial, incidiendo así en la pérdida de las libertadas republicanas como una causa subyacente, y que habría llevado a la debilidad del Senado frente a los césares y a la Guardia Pretoriana; con la creciente autocomplacencia y desinterés por los asuntos terrenales debido al cristianismo;... Todo ello habría llevado al abandono de los asuntos públicos y militares, y, con las invasiones bárbaras, habría acabado por llevar al Imperio a su colapso.
Escribe en tu barra( buscador) asi:
Julio Cesar
Y te aparecera todo con fotos etc, vas tomando notas y
ahi tienes tu tarea hecha por ti misma y te ahorras las estrellas
Su primer matrimonio no fue por romance sino por complacer los deseos de su padre. La elegida fue Cossutia, pero el matrimonio duró poco ya que al morir su padre en el 85 AC César se divorcia para unirse con Cornelia. Su relación se vería en peligro cuando en el 82 AC Sula, o Sila depende la traducción que más les guste, toma el poder de Roma y obliga a César a divorciarse de Cornelia, la cual era hija de Cinna -personaje odiado por Sula, al ser uno de los mayores ayudantes de Marius, enemigo natural de Sula-. Este ordenamiento fue una estratagema política por parte de Sula, quien no apreciaba a César, y que bajo ningún motivo veía con buenos ojos la ambición de poder, deseo y sueños de conquista que el joven César llevaba constantemente consigo a cuestas; de hecho lo consideraba "Peor que muchos Marius". No siendo poco lo anteriormente mencionado, César tenía otra característica que molestaba a Sula en demasía, y eran los lazos familiares de César con Gaius Marius -el mayor enemigo de Sula en la guerra civil, misma que lo vio triunfante y llevó al poder-. Pero César no acata a esteordenamiento y rehúsa a divorciarse de Cornelia, razón por la que instantáneamente Sula lo declara enemigo público. Una posición difícil ya que su cabeza pasa a tener un precio -de hecho es perseguido por los Esbirros pero César logra salvar su vida al pagarles 12.000 Denarios por dejarlo vivo-. Al poco tiempo, y producto de la constante persecución, huye de Roma. Esta proscripción no sería un problema relativamente grande en la vida de César, quien para su suerte contaba también con parientes en el bando de Sula y gracias a la mediación de un tío materno, Aurelio Cota, se le proporciona el indulto por parte del Dictador.
Buscando incrementar su Cursus Honorum y llevar sus ambiciones a un plano más alto César no vuelve inmediatamente a Roma, a pesar de haber sido perdonado, y se convierte en asistente militar de Marco Termo. Destacándose por su valor en combante es premiado con la Corona cívica al salvar una cantidad grande de legionarios tras una arriesgada maniobra. Luego de la muerte de Sula en el 78 AC César regresa a Roma para emprender su carrera política, acercandose mucho más a los Populares -los partidarios de Marius-.
Como si fuera un designio el que su vida sería movida y cargada de aventuras, en el 75 AC es capturado por piratas pero vuelve a huir, y una vez liberado organiza una flota donde atrapa a los piratas en su isla y los crucifica como les había prometido en cautiverio, pero ordena quebrarles las piernas así su muerte sería más rápida ya que consideraba que estos lo habían tratado correctamente. Nos cuenta Suetonio de este hecho
Calmada la insurrección civil, acusó de concusión a Cornelio Dolabella, varón consular a quien se habían otorgado los honores del triunfo; absuelto el acusado, decidió César retirarse a Rodas, tanto para prevenirse de sus enemigos, como para descansar y oír al sabio maestro Apolonio Molón. Durante la travesía, que hizo en invierno, le hicieron prisionero unos piratas cerca de la isla Farmacusa. Permaneció en poder de ellos cerca de cuarenta días, conservando siempre su entereza (7), sin otra compañía que su médico y dos cubicularios; porque inmediatamente envió a todos sus compañeros y al resto de los esclavos a que le trajesen el dinero preciso para el rescate. Se concertó éste en ciento cincuenta talentos, y en cuanto le desembarcaron, persiguió a los piratas al frente de una flota, capturándolos en la retirada y sometiéndolos al suplicio con que muchas veces los había amenazado como en broma. Por aquel entonces Mitrídates devastaba las regiones vecinas, y no queriendo aparecer César como indiferente a las desgracias de los aliados de Rodas, adonde marchó, trasladase al Asia, halló auxilio en ella, arrojó de la provincia al prefecto del rey y robusteció la fidelidad de las ciudades vacilantes..
En búsqueda de incrementar sus conocimientos César llega a Rodas para estudiar retórica y filosofía bajo la tutela de Apollonius Molo. Luego de concluidos estos estudios César vuelve a Roma para así continuar con su carrera política. En el 73 AC es elegido pontífice máximo -Pontifex Maximus, máxima autoridad religiosa, demostrando de ésta manera que contaba con un gran apoyo popular ya que se impone contra otros postulantes de mayor rango social-. César ocupa este cargo luego de la muerte de su tío, Aurelio Cota el mismo que lo salvó de Sula. -Como veremos más adelante César le debe mucho este familiar, no solo salvo su vida al conseguirle el indulto. También le dejó un puesto de poder entre la nobleza romana, y fue el quien le abriera las puertas a Craso, ya que éste formaba parte de su círculo personal de confianza-. Durante los años siguientes César dividiría su tiempo entre la política y las mujeres generando una áspera relación con la aristocracia. Esto, y un ataque a sus intereses llevaron a un deterioro de las relaciones.