Lorenzo Suárez de Mendoza, cuarto
conde de la Coruña (Guadalajara,
1518 — Ciudad de México, 29 de
junio de 1583) fue el quinto virrey de
la Nueva España, que gobernó desde
el 4 de octubre de 1580 hasta el 29
de junio de 1583. Nació dentro de la
más rancia nobleza española, siendo
descendiente directo de Íñigo López
de Mendoza, marqués de Santillana,
y primo segundo de Antonio de
Mendoza, el primer virrey de la
Nueva España.
Primeros años
Suárez de Mendoza fue un docto
hombre de letras, un escritor de
mérito. Fue alabado por Gálvez de
Montalvo (condiscípulo de Cervantes
en las clases que López de Hoyos
daba en Madrid) en su libro "El Pastor
de Filida". Participó en la Guera y
Conquista de Túnez, adonde fue
llevado por su padre que acompañó
al emperador. Fue patrón y protector
de la Universidad de Alcalá de
Henares. Entre 1550-53 sirvió como
asistente de Sevilla, cargo
equivalente al de corregidor.
Nombramiento y llegada
El 26 de marzo de 1580 fue
nombrado virrey por el rey Felipe II,
para reemplazar al anterior virrey,
Martín Enríquez de Almansa, que
había sido promovido a virrey del
Perú. Suárez de Mendoza hizo su
entrada solemne en la ciudad de
México el 4 de octubre de 1580, y en
esa fecha tomó formalmente cargo
de su administración en la Nueva
España. La pompa con a que fue
recibido no tuvo precedentes. Su
carácter afable y la atención que
prestó a los asuntos públicos lo
hicieron muy pronto una figura muy
popular.
Logros
Siendo un hombre recto y honesto,
una de su mayores preocupaciones
fue terminar con la proliferación del
vicio y la corrupción administrativa,
la cual había alcanzado enormes
proporciones. Miembros de la
Audiencia, oficiales de gobierno,
jueces y burócratas vendían sus
servicios y decisiones. Suárez intentó
detener tales abusos con algún éxito.
El poder de la Audiencia limitaba
algunas de sus decisiones y eso le
impedía el completo éxito en su
lucha. Para combatir las
obstrucciones de la Audiencia pidió
al rey Felipe II el envío de un
"Visitador". Esta importante posición
recayó en la figura de Pedro Moya de
Contreras, el primer inquisidor
general de la Nueva España y poco
tiempo después además Arzobispo
de la Ciudad de México. Moya de
Contreras sucedería a Suárez como
virrey después de la muerte de esta
último en 1583.
Para regular el comercio y
supervisar las dos grandes aduanas
en Acapulco y Veracruz, Suárez
instituyó el Tribunal del Comercio,
conocido como el Consulado.
Muerte y sucesión
Suárez de Mendoza ya era viejo
cuando tomó posesión del cargo y
no sobrevivió más de tres años
después de esto. Murió el 29 de junio
de 1583 en la capital del virreinato.
Sus restos fueron sepultados en la
Iglesia de San Francisco y más tarde
trasladados a España a su tumba
familiar. La Audiencia tomó control
del virreinato en espera del
nombramiento del nuevo virrey. La
Audicencia en ese entonces incluía
personajes tales como el Dr. Robles,
el Lic. Sánchez Paredes, y Don Pedro
Farfán. Este gobierno interino
enfrentó muchas dificultades y
durante sus 16 meses en el poder
hubo mucha inseguridad. En 1584 el
Arzobispo Moya de Contreras tomó
las riendas del gobierno como sexto
virrey de la Nueva España.
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Lorenzo Suárez de Mendoza, cuarto
conde de la Coruña (Guadalajara,
1518 — Ciudad de México, 29 de
junio de 1583) fue el quinto virrey de
la Nueva España, que gobernó desde
el 4 de octubre de 1580 hasta el 29
de junio de 1583. Nació dentro de la
más rancia nobleza española, siendo
descendiente directo de Íñigo López
de Mendoza, marqués de Santillana,
y primo segundo de Antonio de
Mendoza, el primer virrey de la
Nueva España.
Primeros años
Suárez de Mendoza fue un docto
hombre de letras, un escritor de
mérito. Fue alabado por Gálvez de
Montalvo (condiscípulo de Cervantes
en las clases que López de Hoyos
daba en Madrid) en su libro "El Pastor
de Filida". Participó en la Guera y
Conquista de Túnez, adonde fue
llevado por su padre que acompañó
al emperador. Fue patrón y protector
de la Universidad de Alcalá de
Henares. Entre 1550-53 sirvió como
asistente de Sevilla, cargo
equivalente al de corregidor.
Nombramiento y llegada
El 26 de marzo de 1580 fue
nombrado virrey por el rey Felipe II,
para reemplazar al anterior virrey,
Martín Enríquez de Almansa, que
había sido promovido a virrey del
Perú. Suárez de Mendoza hizo su
entrada solemne en la ciudad de
México el 4 de octubre de 1580, y en
esa fecha tomó formalmente cargo
de su administración en la Nueva
España. La pompa con a que fue
recibido no tuvo precedentes. Su
carácter afable y la atención que
prestó a los asuntos públicos lo
hicieron muy pronto una figura muy
popular.
Logros
Siendo un hombre recto y honesto,
una de su mayores preocupaciones
fue terminar con la proliferación del
vicio y la corrupción administrativa,
la cual había alcanzado enormes
proporciones. Miembros de la
Audiencia, oficiales de gobierno,
jueces y burócratas vendían sus
servicios y decisiones. Suárez intentó
detener tales abusos con algún éxito.
El poder de la Audiencia limitaba
algunas de sus decisiones y eso le
impedía el completo éxito en su
lucha. Para combatir las
obstrucciones de la Audiencia pidió
al rey Felipe II el envío de un
"Visitador". Esta importante posición
recayó en la figura de Pedro Moya de
Contreras, el primer inquisidor
general de la Nueva España y poco
tiempo después además Arzobispo
de la Ciudad de México. Moya de
Contreras sucedería a Suárez como
virrey después de la muerte de esta
último en 1583.
Para regular el comercio y
supervisar las dos grandes aduanas
en Acapulco y Veracruz, Suárez
instituyó el Tribunal del Comercio,
conocido como el Consulado.
Muerte y sucesión
Suárez de Mendoza ya era viejo
cuando tomó posesión del cargo y
no sobrevivió más de tres años
después de esto. Murió el 29 de junio
de 1583 en la capital del virreinato.
Sus restos fueron sepultados en la
Iglesia de San Francisco y más tarde
trasladados a España a su tumba
familiar. La Audiencia tomó control
del virreinato en espera del
nombramiento del nuevo virrey. La
Audicencia en ese entonces incluía
personajes tales como el Dr. Robles,
el Lic. Sánchez Paredes, y Don Pedro
Farfán. Este gobierno interino
enfrentó muchas dificultades y
durante sus 16 meses en el poder
hubo mucha inseguridad. En 1584 el
Arzobispo Moya de Contreras tomó
las riendas del gobierno como sexto
virrey de la Nueva España.